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miércoles, 26 de junio de 2013

La infancia y el entorno familiar


José Gervasio Artigas  fue bautizado dos días después de nacer en la Iglesia Matriz de Montevideo. Fue confirmado el 24 de diciembre de 1772 en la estancia familiar del arroyo Pando, que estaba a cargo de su tío José Antonio Artigas. Ese día también fueron confirmados «sus hermanos, junto con numeroso concurso formado por parientes, allegados, esclavos e indios». El 23 de diciembre de 1805 contrajo matrimonio en la Iglesia Matriz de Montevideo con su prima Rosalía Villagrán, con quien tuvo un único hijo, José María.
Los padres y abuelos maternos de Artigas estuvieron estrechamente vinculados a la orden franciscana. También otros familiares directos fueron terciarios franciscanos y ocuparon cargos de importancia dentro de dicha orden. Su padre llegó a ser limosnero mayor, aquél que pedía limosnas y luego las distribuía entre los pobres. El profesor Mario Cayota, que posee amplia documentación sobre la veta franciscana de la familia de Artigas, afirma que «en relación a los estudios del prócer en la escuela del convento San Bernardino no existe ningún documento».
Un hecho permitiría deducir que Artigas efectivamente estudió en esa escuela de los franciscanos, y es que la misma estaba ubicada frente a su casa. Por entonces se trataba de una escuela de primeras letras. Recién más adelante se establecerían las cátedras de Filosofía y Teología. Se debe recordar que, en aquella época, la orden franciscana contribuyó a la divulgación de los principios democráticos en casi todas las regiones de América.
En su vida particular Artigas manifestó un visible interés por la religión. Su correspondencia privada evidencia que frente a las contrariedades de la vida el Prócer supo mostrar una verdadera resignación cristiana. Así por ejemplo, en una carta a su suegra, Francisca de Villagrán, se refiere a su esposa enferma de la siguiente manera:
«De Rafaela sé que sigue lo mismo. ¡Cómo ha de ser! Cuando Dios manda los trabajos, no vienen solos; él lo ha dispuesto, y así me convendrá. Yo me consuelo con que esté a su lado, porque si Ud. me faltase, serían mayores mis trabajos. Y así, el Señor le conserve a Ud. la salud».

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